sábado, 19 de diciembre de 2009

Zumbidos- Autor Franco Morales Grupo 30

Zumbido

Benjamín es un chico que recorre las calles con su bicicleta, sale acompañado de una música vieja porque piensa q la actual no tiene alma, es delgado y siempre tiene la mirada clara.

Usa uniforme azul y zapatos negros… aunque todos usan uniforme azul.
Tiene un empleo de tramitador, en su bicicleta lleva papeles y valores que circulan entre los comercios de diferentes partes de la ciudad.

El es muy hábil con su bicicleta y elude el tráfico escaso sin demasiados problemas.
Se nota en viaje el paisaje citadino desértico y triste por donde Ben circula tarareando alguna canción vieja. Aunque entre medio de los arboles se asoman banderas celestes y blancas por la fecha.

Corre el frio mes de mayo del cual van como 20 días y Benjamín no va camino al trabajo esta vez sino a una reunión de un nuevo grupo activista. Reclaman la falta de conciencia del gobierno en su política energética.

En otro lugar de la ciudad una joven llamada Amanda, ella trabaja para el gobierno. Es delgada como la mayoría de la población. Ella proviene de una familia ha trabajado siempre en funciones del estado por lo que Amanda ha mamado siempre las ideas que el estado dictaba.

Amanda va a su trabajo en el Ministerio de Recursos Energéticos, es una empleada abdicada. Ella también escucha música vieja y va caminando hasta su trabajo.

Amanda no viste un uniforme azul como la mayoría, sino negro azabache con zapatos del mismo color. Lo que por alguna razón hace que el resto de las personas dirijan miradas hostiles hacia ella, pero Amanda camina sin que esto le distraiga.

Mientras Ben pedalea por la calle mirando con cierta preocupación los arboles que sobreviven al invierno, Amanda camina mirando su agenda y modificando datos de la misma.

Hay gente por la calle, caminando y en bicicleta, pero no hay gente mayor. Un joven de 15 años de camina con dificultad junto a Amanda tomándose el pecho. Y maldiciendo el amor. Amanda la mira con desdén toca su pecho y sigue con su agenda.
En el camino frente a una plaza Ben detiene su andar frente a una casa donde la gente se había agolpado, algunas mujeres de no mas de 50 años sollozaban una perdida. Ben pregunta a un curioso – A los cuantos años fue este? y el extraño responde con un gesto sombrío y de preocupación - 47 años… solamente 47. Y camina sin dejar de repetir – Solo somos un poco de amor… solo somos un poco de amor…solo… Benjamín lo sigue con la mirada mientras toca su pecho y aprieta los dientes, luego de eso monta su bicicleta y sigue su camino.

A medida que Amanda desanda las aceras hacia su trabajo lee grafitis y folletos pegados en las paredes donde abunda un símbolo muy peculiar, es un signo de prohibición con un corazón detrás… significando “Prohibido amar”. Ella los mira con desaprobación y a uno trata de arrancarlos sin éxito.

A medida que Amanda llega a su destino, un lugar no muy grande para ser un edificio gubernamental. A pocos metros de llegar a la puerta se debilita, se desvanece por alguna razón y cae al suelo apoyando sus manos. Pero a pesar de que el lugar esta concurrido nadie atina a ayudarle. Su respiración se agita cada vez más. Un sudor frio cruza por su rostro. Algunos paran para observar la escena pero sin hablarle ni ayudar a incorporarse. En ese momento una rueda de bicicleta se detiene frente a su mano. Benjamín trata de que se incorpore mientras ella con los ojos cerrados toma su pecho como clavando sus dedos en él. Ben trata de calmarla presionando los lóbulos de sus orejas, ella abre los ojos de repente mientras Ben trata de marcarle el ritmo de la respiración. Pero inevitablemente no dejan de mirarse. Son unos segundos eternos. Y cuando ella consigue respirar le pregunta – ¿Eres tu? Ben se aparta de golpe sin cortar el hilo hipnótico de sus miradas. El aprieta sus dientes mientras una persona lo toma y le cubre los ojos.
En ese momento un zumbido comienza a sonar, no es fuerte pero si se escucha.
Amanda cubre apresuradamente su saco y Ben hace lo mismo mientras es llevado por la muchedumbre. Que estaba a punto de comenzar con la reunión.
Ben espera que Amanda salga del trabajo pero sin llamar la atención, la sigue desde lejos para que ella no se de cuenta.
Al día siguiente Ben sigue a Amanda en sus rutinas, la observa y la estudia; pero por la su corazón y su cabeza libran una discusión apasionada que no le deja dormir, que casi no le deja respirar mientras un zumbido le acompaña como música de fondo.
El día 22 de mayo comienza a enviarle cartas contándole quien es y que es lo que ocurrió el día que se vieron, las cartas llegan cada dos horas. A medida que el correo crece el afecto y también un zumbido y se hace mas persistente con cada palabra leída. Las cartas comienzan a planificar la fecha un encuentro planeado y cuidado.
Las horas del día 23 caminan pesadas como una manada de elefantes. El día se hace ansioso y lleno de miradas tensas. Ben anda con su bicicleta vieja pero siente que las personas le miran de una manera diferente, a su modo Amanda siente la misma presión en el trabajo.
Llega la hora del encuentro en un lugar con niños jugando en medio de un barrio populoso donde se crio Ben, con mucho ruido de risas, para que el zumbido naciente sea opacado.
Se encontraron, se unieron en un saludo y como la primera vez era difícil cortar el hilo hipnótico de sus miradas. Pero el ruido del barrio, los niños y el viento no alcanzo para tapar el zumbido de un sentimiento. De golpe todos se callaron, todas las miradas de las personas allí se reunieron de donde el zumbido nacía. Todas las miradas eran de tristeza, salvo las de ellos. En ese instante personas vestidas de blanco rodean la plaza, uno en cada extremo, los niños y la gente desaparece. Amanda desprende una lágrima mientras Ben aprieta sus dientes. Los hombres de blanco los toman, los separan y los llevan sin mediar palabra, sin violencia mientras el zumbido se apaga.

De una luz blanca se ven borrosas dos figuras. El silencio vacio de las miradas describen la escena de los protagonistas, sentados en un suelo frio, guardapolvos de hospital es todo lo que visten, el uno azul desteñido y ella uno blanco. Un enorme apósito cubre el pecho de cada uno, se miran, se conocen pero no hay zumbido, se toman de las manos para incorporarse, se demoran en hacerlo, se abrazan en lágrimas. Salen fuera del recinto, les cuesta mirar el sol. Se encuentran solos, débiles y vacios.
Se escucha cada vez más fuerte una marcha, es 25 de mayo.
Ella desprende una lágrima mientras él le abraza lleno de dudas.

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